El problema de las drogas

El uso de las drogas por los hijos es un problema que interesa a todos los padres. Anteriormente confinado a los barrios bajos de las ciudades, el problema de las drogas se ha extendido a todas las partes de la ciudad, a los pueblos y a los suburbios. Incluso los preadolescentes están empezando a tomar drogas y a evadirse en el mundo irreal que el abuso de las drogas contribuye a crear.

Por qué los chicos toman drogas
No existe ninguna razón para que los chicos tomen drogas. Algunos adolescentes las prueban por curiosidad, “porque sí” o porque está de moda entre sus amigos. Muchos chicos toman drogas porque se sienten aislados de sus familias y de la sociedad que, según ellos, ha falseado los valores y es hipócrita y materialista. Las drogas proporcionan a estos muchachos un medio de evadirse del mundo frenético donde se sienten inseguros y confundidos. Son incapaces de enfrentarse con los problemas y presiones de la vida cotidiana. El tomar drogas es también un modo de rebelarse contra los padres y otros símbolos de autoridad. Algunos adolescentes experimentan las drogas porque están en una etapa de la vida en la que gusta vivir en el peligro —una ocasión para probar la “fruta prohibida”—.
No existe ninguna razón que abone el consumo de drogas, pero en una sociedad en la que las píldoras y otras drogas pueden adquirirse para tratar muchas enfermedades, las experiencias de los adolescentes son comprensibles.

Drogas que crean hábito y drogas adictivas
La marihuana, el LSD, las anfetaminas y ciertas sustancias que se encuentran en la cola, la gasolina y otros líquidos causan hábito. Esto significa que si se toman a intervalos regulares pueden provocar un estado de dependencia psicológica. El usuario desarrolla una necesidad mental o emocional hacia la droga, incluso cuando su cuerpo puede pasarse sin ella.
La heroína y los barbitúricos son drogas adictivas. Crean dependencia psicológica y también física. El adicto enferma físicamente si no puede conseguir la droga a la cual es adicto. Además de esto, el cuerpo se acostumbra tanto a la droga que cada vez necesita mayor cantidad para producir el mismo efecto.
Dejar por completo las drogas adictivas es doloroso. Después de dieciocho horas de haber tomado la última dosis un adicto puede tener calambres en las piernas y en el estómago, escalofríos, náuseas y diarrea. Tiene convulsiones incontrolables y suda mucho. Abandonar por completo el consumo de barbitúricos es extremadamente peligroso. Puede provocar convulsiones, perturbaciones mentales e incluso la muerte.
La cura de deshabituación a los barbitúricos debería establecerse gradualmente y bajo la supervisión de un médico.
El que prueba las drogas no se convierte forzosamente en un adicto. Esto sucede con el alcohol, por ejemplo. La mayoría de la gente lo prueba y no se siente subordinada o adicta.

Sería falso decir que tan sólo unas pocas experiencias con una droga que crea hábito, son suficientes para un niño. Y sin embargo todas estas experiencias deben considerarse como arriesgadas porque las drogas a las que los chicos se hallan más frecuentemente expuestos pueden provocar una dependencia psicológica e incluso una adicción. Los padres deben asegurarse de que sus hijos conocen el peligro implicado en esta experiencia.

Drogas que causan hábito
La Marihuana (conocida también como “hierba”) procede de las hojas y brotes de la planta del cáñamo indio. Se fuma en pipa o en cigarrillos. La marihuana altera la percepción, debilita el juicio y relaja las inhibiciones que normalmente regulan el comportamiento humano.
La LSD (conocida como “ácido”) es la abreviación del ácido lisérgico. Esta droga es tan potente y efectiva que una pequeñísima cantidad de ella afecta durante más de 10 horas. La LSD es incolora, insípida e inodora. Crea extrañas imágenes mentales y deforma los sentidos de la vista, oído, olfato y tacto. Es posible que el cuerpo la retenga hasta semanas después de haberla usado y los efectos pueden repetirse mucho tiempo después de tomarla. La LSD puede provocar enfermedades mentales, dañar los cromosomas y provocar malformaciones congénitas en los hijos de los que la toman.
Las anfetaminas son estimulantes. Los médicos las recetan en ocasiones, para contrarrestar la obesidad, aliviar las depresiones poco importantes y reducir la fatiga. Las grandes dosis de anfetaminas pueden despertar alucinaciones auditivas o visuales. Las anfetaminas pueden también impulsar a realizar actos peligrosos e inesperados. Una sobredosis puede ser fatal.
La acetona, el tetracloruro de carbono y el tolueno son sustancias orgánicas volátiles que se encuentran en la cola, en la gasolina, en líquidos combustibles y desengrasantes, en ciertas pinturas y otros productos. Estas drogas se toman inhalando los gases hasta llegar a intoxicarse o hasta que se consigue tener alucinaciones. Este tipo de intoxicación puede afectar el cerebro, el hígado, los riñones y la medula ósea pu- diendo llegar a motivar la muerte por asfixia si la cantidad inhalada es suficiente. Es un tipo de intoxicación muy frecuente entre chicos de nueve a quince años.

Drogas adictivas
La heroína es un narcótico. Es un derivado de la morfina pero es más adictiva que ésta. La heroína raramente se toma en su forma pura. Generalmente se mezcla con lactosa —el azúcar de la leche— o quinina. Los adictos a la heroína siempre se hallan en peligro de muerte a causa de una sobredosis puesto que nunca pueden estar seguros de la cantidad real de heroína que hay en la mezcla que compran. Más del 90 % de adictos a la heroína se la inyectan en las venas. A menudo las agujas sin esterilizar causan una hepatitis. Los adictos a la heroína usualmente sufren infecciones hepáticas y desnutrición.
Los barbitúricos son calmantes y sedantes. Los médicos los recetan para inducir al sueño y aliviar la tensión nerviosa. El abuso de barbitúricos es extremadamente peligroso. Las grandes dosis deforman la visión y retardan las reacciones. Una sobredosis o la mezcla de barbitúricos y alcohol puede causar la muerte. El efecto de una dosis excesiva de barbitúricos es similar a la intoxicación. El que la toma pierde la capacidad de pensar y concentrarse. Se tambalea y balbucea. La sobredosis de barbitúricos es una de las principales causas de la muerte accidental en muchos países.

Síntomas indicativos
Cuando los padres o profesores sospechan que un muchacho joven toma drogas tendrán más probabilidad de prevenir la adicción del chico cuanto más rápidamente actúen.
No es fácil saber cuándo los chicos toman drogas, puesto que generalmente lo hacen a escondidas. Pero existen varios signos indicativos, ninguno de los cuales es totalmente concluyente, que debieran poner en estado de alerta a los padres y maestros del muchacho:
■ Irregularidades en la asistencia al colegio (el chico llega frecuentemente tarde o no acude).
■ Un cambio en sus hábitos de trabajo (descuidos en sus deberes escolares, apatía).
■ Crisis coléricas.
■ Comportamiento furtivo (actúa a escondidas).
■ Apariencia física decaída.
■ Amistad o relaciones con conocidos droga- dictos.
■ Roba dinero o lo pide prestado.
■ Lleva gafas de sol en momentos inadecuados (para proteger sus pupilas del sol).

■ Se esconde en los lavabos o en otros lugares escondidos (para poder tomar drogas).
■ Rehúsa llevar camisas de manga corta (para que no se puedan ver los pinchazos de la jeringa).
■ Agresividad poco usual.
■ Indolencia anormal.

Síntomas producidos por el uso de las diferentes drogas

Acetona y tolueno
Olor, en el aliento y en las ropas, de la sustancia inhalada Exceso de secreción nasal Ojos llorosos Habla vacilante Deficiente control muscular Dolor de cabeza y náuseas Breves alucinaciones Bolsas de plástico o papel conteniendo materia plástica seca
Marihuana
Se abandona el atuendo personal Sin estar constipado, voz nasal y tos Animación e histerismo en los primeros momentos; habla en voz alta y muy rápido y estalla en carcajadas sin razón aparente
Más tarde aparece como adormecido y aturdido Muy impaciente Deficiente control muscular Parece estar embriagado y sin embargo el aliento no huele a alcohol
Barbitúricos
Aparece Intoxicado pero sin olor de alcohol Amodorrado y confuso Pierde interés por sus actividades escolares Temblor en los labios y en las manos

LSD
Aumento de la frecuencia de los latidos del pulso y del corazón Cara pálida o sonrojada Aumento de la temperatura y de la presión Boca húmeda Pupilas dilatadas
Palmas de las manos frías y sudorosas;
piel de gallina Temblor de manos y pies Respiración irregular
Anfetaminas
Estado de ánimo irritable, nervioso, destemplado Pupilas dilatadas
Boca y nariz seca; el drogado se relame los labios y se frota y rasca la nariz Aliento repulsivo
Largos períodos sin comer ni beber Fumar ininterrumpidamente
Heroína
Si la heroína es inhalada, las ventanas de la nariz aparecen rojas y descarnadas, posiblemente con polvo blanco a su alrededor Si es inyectada, hay marcas en los brazos Pupilas contraídas
Modo de vestir desaliñado e indolente Presencia de jeringas, algodón y agujas en los roperos u otros lugares

Algunas medidas preventivas
El mejor medio para prevenir que un niño tome drogas es aceptar plenamente la responsabilidad como padre y actuar de acuerdo con ella. Esto significa que se deben adoptar normas de conducta para guiar al muchacho. Los padres deben imponer disciplina siempre y cuando sea necesario. Es preciso también que los canales de comunicación entre padres e hijo se hallen siempre abiertos. Hace falta escuchar al hijo con atención y ayudarle a emplear su tiempo libre de un modo constructivo. A menudo el aburrimiento es el motivo que impulsa a tomar drogas. Trabajar para los niños pobres o cualquier clase de labor puede infundir el sentido de la responsabilidad al muchacho.
Los padres tienen que conocer cómo actúan las drogas; cómo afectan la mente y el cuerpo. Es conveniente, también, informar a los niños. Conviene, asimismo, estar preparado ante posibles síntomas, pero es perjudicial molestar al niño con constantes preguntas y acusaciones.
Esto podría motivar que el niño hiciera exactamente lo que sus padres no quieren que haga, puesto que si sus padres creen que se droga, ¿por qué no drogarse entonces?
Al sospechar que un niño está tomando drogas es preciso conservar la calma, actuar inteligentemente y recordar siempre que el problema es suyo pero también de los padres.

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