Hace tiempo, varios miles de ciervos y unas docenas de pumas vivían juntos en una parte de Arizona. Cada año los pumas se comían cientos de ciervos. Pero nacían otros tantos. Por eso, casi siempre había el mismo número de ciervos. El número de pumas también era casi siempre el mismo.
Tanto los pumas como los ciervos siempre tenían qué comer. Había un equilibrio entre los animales y los alimentos.
Un día, unos pumas entraron en una granja y se comieron algunos animales. Los granjeros comenzaron a cazar pumas, y pronto los mataron a todos.
A partir de entonces los cervatillos pudieron crecer sin que se los comieran los pumas y pronto hubo muchos más ciervos de los que normalmente había.
A consecuencia de esto, pronto empezó a escasear la comida. En el verano los ciervos comieron la mayor parte de la comida que les hubiera alimentado en invierno.
Cuando llegó el invierno, muchos ciervos se murieron de hambre.
Viviendo juntos, los animales mantienen un cierto equilibrio que les permite la subsistencia. Pero a veces los hombres rompen este equilibrio y entonces surgen los problemas para los animales y a menudo también para el hombre.
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