Cuando respiro, el aire entra por mi nariz. El aire se calienta dentro de ella. Los pelitos que tengo en los agujeros de mi nariz limpian el aire del polvo y la suciedad que pudiera llevar, y la humedad que hay en las paredes interiores detiene casi todos los gérmenes que entran cuando respiro.
Una vez limpio y caliente, el aire pasa por un tubo llamado tráquea hasta llegar a mis pulmones. Puedo notar mi tráquea en la parte inferior del cuello.
Mis pulmones se hallan en mi pecho. Mis costillas forman una especie de jaula protectora alrededor de mis pulmones.
Debajo de mis pulmones hay un músculo muy fuerte que se llama diafragma. El diafragma y los músculos unidos a mis costillas mueven mi pecho de arriba abajo y de un lado a otro. Cuando mi pecho se hincha, entra aire nuevo en mis pulmones. Cuando mi pecho se deshincha, el aire usado sale de mis pulmones. Mis músculos y mis huesos me ayudan a respirar.
En el aire que yo respiro hay oxígeno. El oxígeno es un gas. Yo no puedo ver, oler ni tocar el oxígeno. Pero mi cuerpo necesita el oxígeno para vivir.
El aire que respiro contiene dióxido de carbono. Mi cuerpo produce más dióxido de carbono del que necesita. Yo espiro el dióxido de carbono sobrante.