por Cari Sandburg
Una niña llamada Ala de Punta de Lanza llegó al pueblo de Hígado-con- Cebollas para visitar a su tío y al tío de su tío por parte de madre y al tío y al tío de su tío por parte de padre.
Era la primera vez que los cuatro tíos tenían la oportunidad de ver a su pequeña pariente, su sobrina. Cada uno de los tíos estaba orgulloso de los ojos azules de Ala de Punta de Lanza.
Los dos tíos por parte de madre miraron profundamente los ojos azules y dijeron:
—Sus ojos son tan azules, de un color azul tan claro y tan brillante que son como las gotas de rocío posadas sobre las plantas llamadas azulejos y brillando al sol de las mañanas de verano.
- los dos tíos por parte de padre, después de mirar profundamente los ojos de Ala de Punta de Lanza, dijeron:
—Sus ojos son tan azules, de un azul tan claro y tan brillante que son como las gotas de rocío posadas sobre las plantas llamadas azulejos y brillando al sol de las mañanas de verano.
- aunque Ala de Punta de Lanza no oyó lo que sus tíos comentaban sobre sus ojos azules, pensó: «Yo sé que estos parientes son muy buenos y voy a pasarlo muy bien visitándolos».
Los. cuatro tíos dijeron:
—¿Quieres que te hagamos dos preguntas, primero la primera pregunta y luego la segunda pregunta?
—Os dejaré que me hagáis cincuenta preguntas esta mañana, cincuenta preguntas mañana por la mañana y cincuenta preguntas todas las mañanas. Me gusta que me hagan preguntas. Por un oído me entran y por el otro me salen.
Entonces, los tíos le hicieron la primera pregunta:
—¿De dónde vienes?
- después la segunda pregunta:
—¿Por qué tienes dos pecas en la barbilla?
—Respondiendo a vuestra primera pregunta —dijo Ala de Punta de Lanza—, vengo del pueblo de Bollos-de-Crema, un pequeño pueblo en la pradera, más arriba de los campos de maíz. Desde cierta distancia, parece un sombrerito que se puede llevar en la punta del dedo pulgar para que éste no se moje con la lluvia.
—Dinos más —dijo un tío.
—Dinos mucho más —dijo otro tío.
—Sigue hablando sin parar —añadió otro tío.
—Nada de interrupciones —dijo el último tío.
—Es un pueblecito situado en la pradera de los campos de maíz, muchos kilómetros más allá de donde se pone el sol por el oeste -siguió diciendo Ala de Punta de Lanza—. Es ligero como un bollo de crema. Está solitario en la gran pradera, donde ésta forma una pendiente hacia abajo. Allí, en la pendiente, los vientos juegan alrededor del pueblo. Y cantan canciones, canciones de viento de verano en verano, canciones de viento de invierno en invierno.
«Y a veces, como por accidente, el viento sopla más fuerte. Y cuando el viento sopla fuerte, coge al pueblecito de Bollos-de-Crema •y lo envía al aire, al cielo. Y lo hace completamente solo.
—¡Oh! —dijo un tío.
—¡ Umm! — dijeron los Otros tres tíos.
—La gente del pueblo entiende ya los vientos y sus canciones de invierno y de verano. Y sabe cuándo viene el viento fuerte y coge al pueblo y lo levanta hacia el cielo.
«Si vais a la plaza que está en medio del pueblo, veréis una gran casa redonda. Si quitáis el techo a la casa, veréis un gran carrete con una larga cuerda que se enrolla en él.
«Cuando el viento fuerte viene y levanta el pueblo y lo lleva hacia el cielo, la cuerda se va soltando del carrete porque el pueblo está atado a ella. El viento fuerte continúa soplando, y la cuerda se desenrolla y sigue al pueblo.
«Finalmente, cuando el viento, tan olvidadizo y tan descuidado, se ha divertido cuanto ha querido, las gentes del pueblo van a la casa y comienzan a tirar del carrete, hasta que el pueblo vuelve a su sitio.
—¡Oh! —dijo un tío.
—¡Umm! —dijeron los otros tres tíos.
—Y cuando vayáis al pueblo para ver a vuestros parientes, vuestra sobrina, por ejemplo, que tiene cuatro tíos tan buenos, os podrá llevar a la plaza y enseñaros la gran casa redonda. La llaman la Casa Redonda del Gran Carrete. Y todos se sienten orgullosos de poder enseñarla a los visitantes.
—Ahora, ¿querrás responder a la segunda pregunta?: ¿por qué tienes dos pecas en la barbilla? —dijo el tío que antes había dicho aquello de «Nada de interrupciones.»
—Me han puesto las pecas en el pueblo —dijo Ala de Punta de Lanza— Cuando una niña sale del pueblo de Bollos-de-Crema, su madre le pone dos pecas en la barbilla. Cada peca debe ser como un pequeño bollo de crema, quemado por haber estado demasiado rato
en el horno. Las dos pecas parecidas a dos bollos de crema que tiene en la barbilla, recuerdan siempre a la niña, cuando se peina cada mañana y se mira al espejo, de dónde viene y que no debe estar fuera mucho tiempo.
—¡Oh! —dijo un tío.
—¡Umm! —dijeron los otros tres tíos.
- hablaron entre sí, y los cuatro decían:
—Tiene un don. Son sus ojos. Tan azules, de un azul claro tan brillante que son como las gotas de rocío posadas sobre las plantas llamadas azulejos y brillando al sol de las mañanas de verano.
Al mismo tiempo, Ala de Punta de Lanza se decía: «Ahora ya sé seguro que estos parientes son muy buenos y voy a pasarlo muy bien visitando a mis tíos.»
«Y cantan canciones, canciones de viento», es una frase musical, cualquier texto que desde la palabra transporte al lector hacia la magia de la música bienvenido sea.