Para partir un tronco, hace falta un hacha.
Para partir una roca, a veces basta el agua.
El agua de la lluvia y de la nieve se filtra y llena los cortes y grietas de las rocas.
Cuando se pone el sol, si durante la noche la temperatura desciende mucho, el agua se hiela.
Al helarse, aumenta de volumen y rompe la roca. Durante toda la noche, el hielo es como cola que mantiene la roca unida. Pero en cuanto sale el sol, el aire se calienta, el hielo se derrite y la roca cae en pedazos.
A veces, los pedazos de roca empiezan a rodar y arrastran en su caída otras rocas de la montaña.
Muy pronto, millares de rocas y peñascos bajan por la montaña con gran estruendo.
Así se forman los desprendimientos de tierra.