Fístulas
Son conductos o aberturas normales que se encuentran en el organismo. Generalmente conectan un órgano con otro o éste con una abertura anormal de la piel.
Las fístulas pueden ser de tres tipos:
■ Congénitas.
■ El resultado de una infección (cuando un absceso se rompe en dos órganos o entre un órgano y la piel).
■ Resultado de una herida penetrante.
Los síntomas de las fístulas son dolor y exudación de pus u otro material.
Fístulas congénitas. Aunque muy raramente, un niño puede nacer con una fístula que va desde el ombligo al intestino o a la vejiga. Si se trata del intestino, el contenido intestinal sale por el ombligo; si se trata de la vejiga, hay rezu- mamiento de orina por el ombligo. Otro tipo de fístula presente al nacer es la que conecta la tráquea y el esófago (tubo que lleva la comida hasta el estómago). En este caso, cuando el niño recibe el alimento, éste pasa a la tráquea y produce un atragantamiento o dificultad respiratoria.
Infecciones. Las infecciones y abscesos al recto, causan fístulas anales, que van desde el recto hasta el ano, saliendo pus y, ocasionalmente, excrementos, por una abertura anormal.
La enteritis regional (inflamación especial del intestino) provoca a veces fístulas o comunicaciones entre dos asas intestinales, entre el intestino y la pared abdominal o entre el intestino y la vejiga.
Heridas. Las heridas de bala o la caída sobre objetos punzantes, puede lesionar una arteria y una vena de lo que resulta una fístula arteriove- nosa. Se establece un paso directo de sangre de la arteria a la vena, aumentando con ello el esfuerzo del corazón.
Si el niño tiene una supuración en la piel, se consultará al médico. La mayoría de las fístulas se corrigen por medio de la cirugía y la complejidad de la operación depende de los órganos que estén afectos. Algunos, como la fístula anal, se
pueden cerrar y curar espontáneamente. Otras veces, las fístulas curan con una operación mínima, que requiere un solo día de hospitalización. Las que comprometen los vasos sanguíneos o la tráquea son más complicadas y requieren operaciones mayores para su corrección.
Véase también Colitis
Fisura palatina
Es una abertura en el techo de la boca, que generalmente mantiene las cavidades bucal y nasal separadas. La abertura puede ser muy pequeña o por el contrario, tan grande que convierta ambas cavidades en una sola. Casi siempre la fisura se extiende al labio superior, además del paladar. En algunas ocasiones es hereditaria, pero lo más común es que algún proceso, antes del nacimiento del niño, interfiriera el desarrollo y soldadura normal de los mamelones que formarán la boca.
El recién nacido con una fisura palatina puede tener dificultades para mamar y normalmente requerirá ser alimentado de forma particular. Además es de destacar que los niños con fisura palatina tienen tendencia a padecer infecciones del oído medio, por lo que precisan lavados cuidadosos efectuados a poca presión, a fin de evitar esta complicación.
El médico recomendará una operación correctora, que generalmente no se lleva a cabo hasta los dos años, o bien una prótesis dentaria, en lugar de la cirugía. El propósito es de dar buena apariencia a la cara del niño, capacitarle para mamar y hablar con normalidad y permitirle que tenga un desarrollo y crecimiento físico, emocional y social, normal.
Véase también Labio leporino
Flujo Vaginal
Este puede ser el resultado de una infección que inflama los genitales externos de una niña. También puede presentarse cuando la ropa interior le aprieta o roza demasiado la región genital. En cualquiera de estos casos el flujo vaginal produce unas manchas blanquecinas. Cuando se introduce un objeto extraño en la vagina, la reacción puede ser el flujo vaginal, que en este caso generalmente será sanguinolento al cabo de unos días de permanencia del cuerpo extraño y después de un flujo acuoso o purulento.
En todos estos casos se consultará al médico. Tal vez serán necesarios los antibióticos o quizá
le recete baños externos de la zona genital (sentada confortablemente en un barreño parcialmente lleno de agua tibia).
Una ligera cantidad de flujo vaginal es normal en niñas próximas a la pubertad y que empiezan a experimentar cambios relacionados con el sexo. Esta es una buena época para que los padres hablen con ella sobre estos cambios y sobre la menstruación.
Véase también Lombriz intestinal; Menstruación
Fontanelas
Son zonas membranosas del cráneo del lactante, donde los huesos todavía no se han juntado, soldado y endurecido por calcificación. En lugar de hueso hay una membrana muy resistente.
El recién nacido tiene seis fontanelas, aunque generalmente al tacto sólo se advierten dos. Poco a poco van cerrándose cuando los huesos crecen y se endurecen. Cuando el niño tiene un año es, por lo general, difícil encontrarlas y alrededor de los 18 meses desaparecen totalmente.
La fontanela más grande tiene la forma de un rombo y mide de 2 1/2 a 3 1/2 centímetros en sentido transversal. Se halla en el punto medio de la parte superior del cráneo, aunque de un niño a otro, varía de tamaño.
Aunque el cerebro parece estar poco protegido en estas regiones, la membrana es muy resistente. Los jabones suaves y el trato cuidadoso de la cabeza y cuero cabelludo, no le dañarán. El lavado de la cabeza, aunque las fontanelas estén sin cerrar, es necesario para evitar la formación de costras de leche.
Véase también Costras de leche
Fracturas óseas
Son bastantes frecuentes en la infancia. Hay varios tipos de ellas:
■ En la simple (cerrada), el hueso roto no se abre paso a través de la piel ni comunica con el exterior porque no hay herida.
■ En la compuesta (abierta), el borde cortante del hueso, atraviesa la piel. En este caso, las fracturas son más peligrosas porque pueden infectarse.
■ La fractura en tallo verde, es el tipo más simple y se da con frecuencia en los niños. Se trata de la rotura parcial de un hueso. Los de los niños son blandos y, como un tallo verde, se tuercen sin astillarse.
■ En las fracturas epifisarias se rompen o separan los extremos de los huesos largos del brazo o la pierna, a nivel de los discos cartilaginosos de crecimiento. Este tipo de fractura sólo puede darse en los niños y generalmente ocurre en la muñeca y el tobillo.
Algunas fracturas no son claras desde el primer momento, por lo que cuando la zona de alrededor de una herida se hincha o se hace muy dolorosa primordialmente a la presión, hay que llamar al médico.
La fractura evidente, precisa atención inmediata. Los cuidados de urgencia son los siguientes:
■ Inmovilizar la zona lesionada y no permitir al niño que la mueva, ya que los bordes rotos y cortantes de un hueso pueden lesionar los nervios, algún vaso sanguíneo, músculo, e incluso atravesar la piel. El no mover al niño es muy importante si se sospecha una lesión en la espalda, el cuello o la cabeza. En este caso la movilización podría magullar la medula espinal.
■ Dejar al niño echado donde se encuentre.
■ Si además existe un shock, se debe envolver al niño en alguna manta o en ropas.
■ Seguidamente se llamará a la policía o al servicio de médicos de urgencia para que el niño pueda ser trasladado a un hospital.
Si no se puede conseguir ayuda de estos organismos citados, se pondrá una tablilla en la zona lesionada para prevenir que empeore la fractura cuando el niño sea movilizado, pero no se tratará de enderezarla. Con mucho cuidado se atará la extremidad a un objeto firme y duro, como una rama de árbol o un trozo de cartón, que si es posible se forrará con ropa o acolchará con algodón o borras.
■ Si se ha roto un hueso de la parte alta del brazo, y éste ha quedado torcido, se utilizará una tablilla que vaya desde la axila hasta por debajo del hombro.
■ Si la fractura es en un hueso de la parte alta del brazo y éste ha quedado recto, se utilizará tablilla que vaya desde la axila hasta la punta de los dedos.
■ Si se localiza en un hueso del antebrazo, se utilizará una tablilla que vaya desde la axila hasta la punta de los dedos.
■ Si se ha fracturado la muñeca, la tablilla deberá abarcar desde la punta de los dedos hasta el codo.
■ Si se trata del hueso del muslo, se utilizará una tablilla desde el pie hasta la axila.
■ Si la lesión es en un hueso de la pierna, el entablillado va desde el pie hasta la cadera.
■ Si la fractura es del tobillo o del pie, se utilizará una tablilla que vaya desde el pie hasta la rodilla.
Cuando el niño se fractura algún hueso de la espalda, y se precisa trasladarlo, debe ser colocado sobre una gran tabla, de manera que la espalda no se tuerza. Si es necesario mover a un niño con una fractura en el cuello, debe ser conducido con la cabeza bien sujeta, de manera que no pueda cambiar de posición el cuello.
Véase también Conmoción; Dislocaciones y esguinces
Furúnculo
Es un absceso doloroso que se forma cuando se infecta y llena de pus una glándula sudorípara, o sebácea, una pequeña herida o un folículo piloso (saco que contiene la raíz del pelo). Cuando se forma un furúnculo, generalmente va seguido de otros. La reunión de varios furúnculos constituye el ántrax. Las bacterias que originan los furúnculos se hallan normalmente en la piel, pero provocan la infección sólo ocasionalmente, como por ejemplo al exprimir algún grano, por falta de limpieza de la piel o por disminución de las defensas.
Cuando aparece un furúnculo, la región afecta se toma roja y algo dolorosa y poco a poco se hincha y aumenta el dolor. Gradualmente aparece pus y el centro del furúnculo se toma amarillento.
Se aplicará sobre el furúnculo una toalla mojada en agua caliente, durante unos 20 ó 30 minutos, cada 4 ó 5 horas, ya que el calor húmedo ayuda a que la infección no se extienda y hace que el pus se localice en el centro, pudiendo así drenarse.
El furúnculo puede disminuir de tamaño y desaparecer, o bien abrirse al exterior. Si el niño tiene frecuentemente furúnculos, es mejor que lo visite el médico ya que en tales casos precisa un tratamiento con vacunas o general depurativo.